30 de mayo de 2007

Sigamos
G vivía en la otra cuadra de mi casa. Nunca fuimos amigos porque él era 5 años más grande que yo. De hecho, yo ni lo registraba.
Una tarde, pasé por la puerta de su casa. Él estaba arreglando su moto, y yo lo saludé. No sé por qué lo saludé porque nunca lo hacía... Y él me saludó por supuesto.
2 o 3 saludadas más y se ofreció a llevarme hasta donde yo iba. Me llevó hasta la biblioteca, me esperó y me trajo de vuelta. Cuando me dejó en mi casa, me invitó a ir al club. Muchos recuerdos más no tengo, lo que sí me acuerdo es que nos dimos nuestro primer beso a orillas del río, en el Tigre.
Así empezó nuestra relación. Lo amé mucho, nos amamos mucho. Le dediqué muchos besos y pocas lágrimas. Nos llevamos muy bien durante todo nuestro noviazgo. Salíamos con mi grupo de amigos, me acompañaba o me iba a buscar a la escuela, íbamos a San Isidro a pasear... Éramos los dos inexpertos en materia sexual. Sí, él era virgen, y teniendo en cuenta de que tenía 21 años, pude tener un panorama de su personalidad. Entonces el tema sexual no era 100 por ciento satisfactorio.
Él no sabía hacer las cosas, y yo no tenía experiencia como para decirle lo que tenía que hacer.
Conclusión: le fui infiel muchisimas veces. Nunca se enteró. No me puse a pensar por qué no corté con él antes, pero ahora que lo pienso, nunca cortamos porque era el novio ideal. Nuestras familias se conocían. Él era una excelente persona. Todo arregladito y seriecito... Y si yo lo mandaba al carajo, no iba a poder decir que lo cortaba porque me estaba matando con su eyaculación precoz...